julio 16, 2013

el sábado me llevaron a disparar. 
mientras me alistaba para salir pensaba en canalizar mediante el ejercicio toda mi mala onda, hacerla salir nomás, toda para afuera; total, está que hace bulto acá. he visto en mucha películas que uno imagina una cara en el objetivo, una forma particular, se concentra en ellas y desfoga así sus frustraciones and shit y yo tenía varias de esas. quizá no tantas, pero tenía algunas.

hicimos una competencia de puntería y gané. imaginando que le disparaba a la rueda del bus, gané. de tu bus, gané. el poder de la mente es increíble. cargaba el arma y pensaba, ahora sí ya te jodiste, reconchatumadre, y plin, disparaba. gané pues. 
pero no, en realidad.

supongamos que realmente le daba a la rueda del bus. si este hubiese estado detenido, se retrasaba el viaje lo mismo que dura cambiar de llanta. igual te habrías ido.
si el bus hubiese estado en movimiento, seguramente el chofer habría perdido el control de él y se sacaba la entreputa contra algo o terminaba patas para arriba. no me conviene.

gané la competencia imaginando que le disparaba a la rueda del bus de mierda que te llevaba a Cusco. no debí hacerlo. eso debería ser considerado una trampa. la próxima vez imaginaré mi cara en el objetivo, mi pecho, mi ego.

eso será suficiente consuelo para aguardar a que regreses de una vez y me digas dónde estarás el viernes. 
o probablemente no.

ser negativo tiene algo de bonito también. pero lo mío, más que eso, es desinterés, darling.

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