agosto 24, 2016

Mi relación con mi psicóloga es, por decirlo menos, particular. Debe ser la persona a la que más molesto por estos días. Me cae bien. Me agrada verla. No digo eso de mucha gente. Hace unas horas hablábamos sobre mi pragmatismo, algo que no comprendo. En cierto momento me dijo que ya quisiera ella ser así de práctica. Con esta forma que tiene de decir las cosas, como pidiendo que la bendigan. Medio cojuda, la gringa. Bueno, ni tanto, sabe que alimentarme el ego le ayudará.

En fin. Qué bueno que encuentre el pragmatismo como una bendición, como un buen sistema de defensa. A mí me aburre, la única manera práctica de la que me gusta hacer las cosas es encarándolas. Lo demás es para mortales. Pero esta gringa no me entiende. La semana pasada me hizo regresionar, era la primera vez que lo hacía con alguien. La admiro, le llega todo al pincho.

Y, nada. Ahora entiendo muchas cosas, sé con claridad otras, regresionar es una cosa tan bonita como perturbadora. Supongo que si estuviese al borde la locura, no sería tan bonita, pero sigo sin comprender el porqué alguien preferiría hacerse de la vista gorda antes que encarar las cosas. Yo sueño con el día en el que pueda preguntarte por qué te has convertido en esto, qué de divertido tiene el ser así. Estoy seguro que algunos quisieran preguntarme lo mismo. Me acuerdo de esa parte de esta canción que dice 'hace frío y me falta un abrigo / Y me pesa el hambre de esperar'. Y claro, me da risa. Obvio que me da risa, me gusta coquetear con el drama. Burlarme de él.

A veces me pasa que despierto y siento que no hay nada más por superar, que todo está bien. Que podría cruzarte en la calle y saludarte desde el taxi o desde la bici mientras me alejo. Que podría bajarme, saludarte, abrazarte e irme. Fresh. También me toca esta sensación de que algo me ha sido arrebatado. Algo que no encontraré entrenando, trabajando, o, no sé, viendo gente. Por eso no lo busco. Aunque claramente sé qué es. Me gusta repetirme esto de 'uno no sabe lo que puede pasar'. Tenerlo presente y entender que así funciona la vida, que nada está dicho, Aunque nadie me lo crea. Aunque todos piensen que tengo todo bajo control, que soy lo suficientemente frío para calcular qué pasará dentro de 10 minutos y que, además, puedo hacerlo solo. No entiendo qué culpa tengo yo de que sean todos unos estúpidos. Me da risa que, habiéndome deshecho de todo lo que me robotizaba hasta llegar a ser tan libre como puedo, alguien pueda pensar que tengo todo bajo cálculos, que esto que escribo lo tengo en borrador hace 5 meses, que entrené para respirar. Pero la estupidez es atrevida.

Eso.

Por ahora sólo puedo pensar en bajarme y saludarte. Abrazarte e irme.
- La semana pasada estuve en la casa de Arturo. Unas chelas tranqui y me fui. Mucho forajido.
- Qué milagro que no te casaste con 5, huevona. Esos te encantan.
- Puuuta, no sé. O sea, sí, ya; pero las cosas ya no son como antes.
- ...
- Oye, verdad, el otro día te escuché cuando llamaste a Radio Insomnio.
- ¿Qué te pasa, ah?